No tengo todavía fotos porque las hice con el móvil y algo le pasó en el viaje… pobrecito. De momento comentaros que me sorprendió gratamente la ciudad. Al comienzo pensé: «¿Dónde me he metido?», y me entró un cierto sentimiento de disgusto porque tenía toda la tarde por delante. Por un momento, entre el hotel que parecía de una película de terror y la primera impresión, pensé en irme, pero estaba cansado de la etapa que era algo más larga de lo normal.
Y menos mal que no me fui. Cuando ponga las fotos os daréis cuenta de por qué. Es una ciudad que está intentando abrirse para atraer al turismo. Se nota porque está señalizada y no te pierdes. Los monumentos y casas guardan ese sabor añejo de lo viejo porque no se ha restaurado. Los jardines son maravillosos. Y los canales ni os cuento. Van por debajo de la ciudad y por los parques de los alrededores. Tremendamente recomenable para dar un paseo atravesando las casas y los bosquecillos.
Al final, a pesar del cansancio de los kilómetros y del aguacero tan bestia que me cayó de camino, valió la pena llegar. El que no puede decir lo mismo es el móvil.
Por cierto, la Guzzi aguantó como una campeona el tremendo aguacero caído en la carretera. No podía parar porque no se veía nada y encima no habían gasolineras cerca. No pude ni poner las bolsas protectoras y por eso anda casi muerto mi GPS…