Comienza el viaje y, como siempre, parada de rigor para ver a la familia en Barcelona y luego hacer noche en algún hotel cercano a la frontera como punto de partida.
Nada que comentar salvo que me alojé, como el año anterior, en el Hotel Sausa. Ya estuve el año pasado y el ambiente familiar me gustó mucho. Cuando viajo me gusta encontrar lugares que me hagan sentir un poco como en casa, y este hotel es uno de estos sitios en los que te cuidan y hacen lo posible para que te encuentres a gusto.
Llegué especialmente cansado porque la tirada en moto fue larga, aunque lo cierto es que dentro de lo que cabe me sentí bien en la moto. Le había hecho unos cambios de posición de manillar y estriberas que han surgido su efecto positivo.
Lástima que el restaurante estaba cerrado pero con unas latas que traía para emergencias en el viaje, junto con fruta, agua y pan que me ofreció la dueña del Hotel, todo estuvo resuelto a la espera del verdadero comienzo del viaje.